LA ETERNA PRIMERA DAMA DE LA
TELEVISION COLOMBIANA
La muerte de Gloria Valencia de Castaño
priva al país y al Tolima de una de sus más destacadas protagonistas durante
toda la última mitad del siglo pasado y enluta a quienes la admiramos con
profunda devoción por sus logros y múltiples virtudes. Hasta finales del año
dos mil la escucharon 16 emisoras del mundo a pesar de tener un sólo pulmón y
duró más de 50 años en la televisión y 60 en la radio en sus 84 años de
existencia.
Nunca le faltaron sus premios como el recibido junto a su esposo Álvaro, distinguiendo su vida y su obra en el certamen del Premio Simón Bolívar de Periodismo en su versión de 1995, título que había obtenido en 1987, El Catalina de Oro, el Nemqueteba durante cinco años consecutivos como la mejor animadora o el homenaje que en enero pasado le rindieran en la Feria Colombiatex por su trayectoria y aporte al sistema de la moda en Colombia. Hace apenas cuatro años recibió la orden Garzón y Collazos de la Fundación Musical de Colombia.
Nunca le faltaron sus premios como el recibido junto a su esposo Álvaro, distinguiendo su vida y su obra en el certamen del Premio Simón Bolívar de Periodismo en su versión de 1995, título que había obtenido en 1987, El Catalina de Oro, el Nemqueteba durante cinco años consecutivos como la mejor animadora o el homenaje que en enero pasado le rindieran en la Feria Colombiatex por su trayectoria y aporte al sistema de la moda en Colombia. Hace apenas cuatro años recibió la orden Garzón y Collazos de la Fundación Musical de Colombia.
En la década de los cuarenta, aquella
hermosa adolescente ibaguereña arribaría a Bogotá para adelantar estudios de
Filosofía y Letras en la Universidad de los Andes. Dejaba atrás la tranquilidad
y el olor a provincia donde para entonces todos se conocían y quedaba adelante
el desafío de comunicar los sueños, impactar con su amplia cultura intelectual
y vincularse al mundo de las comunicaciones con sus extraordinarios ojos
verdes. Por aquellos meses, Bernardo Romero Lozano, director del Teatro
Dominical que dirigía en la Radiodifusora Nacional y veterano descubridor de
nuevos talentos, no dudó un instante en encontrarlo en Gloria y la vinculó al
programa que con pasión los capitalinos esperaban cada fin de semana. La
interpretación de las mejores obras de teatro tuvo a partir de entonces la voz
pausada y melodiosa de una nueva actriz que empezó a destacarse entre el
elenco, sin imaginar que iría a convertirse, muchos años después, en la primera
dama de la televisión colombiana.
En junio de 1947 contrajo matrimonio
con Álvaro Castaño Castillo, que luego sería como ella, otro de los grandes del
mundo de la comunicación y, tan sólo con tres años de casados, se dieron a la
tarea de crear una alternativa en el mundo de la radio. Una pequeña emisora de
tan sólo un Kilovatio de potencia, un diminuto estudio con paredes de cartón y espacio
justo para una sola persona, no fueron impedimento para que el quince de
septiembre de 1950 se inaugurara la H.J.C.K. Convertida en refugio de intelectuales
y artistas, la prestigiosa emisora vio desfilar por sus micrófonos a personajes
de la talla de Álvaro Mutis, Gabriel García Márquez, Abelardo Forero Benavides,
Gerardo Valencia. Hernando Téllez, Lucas Caballero Calderón (KLIM) Aurelio
Arturo, Jorge Rojas e innumerables escritores que han forjado la historia
cultural de país. De todas aquellas luminosas y trascendentales locuciones que
hubiesen podido quedar en el olvido o en la anécdota, se tuvo el cuidado de
organizar un histórico archivo de voces, conocido hoy internacionalmente.
Cuando nació la televisión colombiana en 1954, todos aquellos calificados
locutores o radioactores pasarán a conformar el inolvidable equipo de comienzos
de la pantalla chica. Curiosamente, un día después de celebrarse el día del
locutor, debe señalarse que ella hizo parte de la fundación de la Asociación
Colombiana de Locutores y presentadores de la cual fue presidenta. Debe
recordarse que en forma diaria los televidentes se acostumbraron a verla
transmitiendo comerciales, concursos, y noticieros nacionales, ganando el
título de la mejor voz femenina y en adelante no hubo evento nacional o
internacional de importancia que se transmitiera sin ella. Fue entonces cuando
la bautizaron como la primera dama de la televisión colombiana y su sonrisa en
blanco y negro permaneció intacta a través de los años para inundarse de color
cuando se modernizó el sistema en el país. Semanalmente, a lo largo de los
años, presentó su famoso programa Naturalia donde el reino animal y vegetal aparecían
con toda la fuerza de la naturaleza mostrando los secretos mejor guardados a
través de milenios de evolución y adelantándose a la política del medio
ambiente cuando aún no estaba de moda. Sólo hasta hace poco se vio forzada a retirarse y a
que su agenda siempre llena de compromisos no le dieran tiempo adecuado para su
descanso, y aún así para olvidar los ajetreos sacaba espacio para sus nietos,
leer a Borges o viajar a Europa a visitar museos o enterarse de las últimas
novedades en música. Nos queda un enorme vacío por su ausencia, una profunda
satisfacción por su ejemplo, un recuerdo imperecedero por su acción y un
orgullo de tolimenses por haberla contado entre sus hijos.
