Conmemoración 60 años del voto de las mujeres en Colombia
El voto se constituye en el más claro símbolo de reconocimiento de la plena ciudadanía de las mujeres y de su rol en la vida nacional, constituyéndose en un hito fundamental para que su voz, sus opiniones, sus ideas, su talento, sean tenidos en cuenta y así se garantice su participación y la representación de sus agendas en todos los ámbitos.
Sin embargo, 63 años después de la primera vez que las mujeres ejercieron el derecho al voto, los avances para garantizar su plena ciudadanía y su plena participación, aunque significativos, son lentos e insuficientes, las brechas persisten y esto no solo impide el ejercicio pleno de sus derechos, sino también desaprovecha su talento para contribuir plenamente al desarrollo social, político y económico de Colombia.
Los datos
Hoy, aunque las mujeres son más de
la mitad de la población, 51,6% y tienen altos niveles educativos -son el 55%
de quienes se gradúan de la universidad- su participación en el mercado laboral
es de 20 puntos menos (74% en los hombres vs. 54% en las mujeres), tienen 5
puntos porcentuales más de desempleo, una brecha salarial del 18,9% y dedican
el doble del tiempo a las labores de cuidado no remunerado, lo cual suele
implicar barreras para su propio desarrollo.
Una perspectiva comparada de las mujeres
elegidas para cargos uninominales con respecto al número de mujeres que
ocuparon estos cargos en el periodo 2016-2019 muestra una disminución en la
participación de las mujeres en estos cargos. En el caso de las gobernaciones
se pasa de 5 mujeres gobernadoras en 2015, que representan 15.6% del total
gobernaciones, a 2 en 2019, lo cual es una disminución 9.38%.
En relación con las alcaldesas electas
se pasa de 134 en 2015, el 12.2% del total de mandatarios locales, a 132 en
2019, el 12.01% del total, una disminución del 0.19%. No obstante, se destaca
la elección de 2 mujeres como alcaldesas de ciudades capitales, en Bogotá y
Santa Marta, un aumento frente a los resultados de 2015 en los que ninguna
mujer fue elegida alcaldesa en una ciudad capital.
2 mujeres obtuvieron el cargo de Gobernadora, en los departamentos de Valle -Clara Luz Roldán- y Atlántico – Elsa Noguera-. Estas dos gobernaciones representan el 6.25% del total. El Departamento del Valle repite mujer gobernadora de manera consecutiva. 132 mujeres fueron electas alcaldesas, que representan el 12.01% del total de alcaldías del territorio nacional, porcentaje que disminuye levemente, en 0.19%, respecto al periodo anterior (12.2%). De este total, dos de ciudades capitales contarán con alcaldesas: Bogotá D.C. -Claudia Nayibe López- y Santa Marta -Virna L. Johnson-.
Debe resaltarse que en estas elecciones se implementa por primera vez el Estatuto de la Oposición en el nivel territorial, lo que implica que las candidaturas que alcanzaron la segunda votación tanto para Alcaldías como para Gobernaciones obtienen una curul en Concejos Municipales y Asambleas Departamentales, respectivamente. Por esta razón, se abre la posibilidad para que 132 mujeres candidatas a la alcaldía y 4 mujeres candidatas a la gobernación, puedan ocupar una curul en Concejos y Asambleas, decisión que está sujeta a la voluntad de las candidatas. Por último, es preciso mencionar que se ha registrado un aumento sostenido de la participación de la ciudadanía en los comicios llevados a cabo en los últimos años. Adicionalmente, por segunda vez en la historia de la democracia colombiana es posible obtener los datos discriminados por sexo de quienes acudieron a las urnas. Este análisis de los resultados electorales en perspectiva de género permite que la ciudadanía y las ramas del poder público del país tengan la oportunidad de, en manera prospectiva, diseñar e implementar mecanismos eficientes que promuevan de manera sostenida el empoderamiento político de las mujeres y las garantías para la participación efectiva en los espacios de toma de decisión. Brindar garantías de participación política real y efectiva para las mujeres, así como la promoción de su derecho para elegir y ser elegidas constituye una de las apuestas fundamentales para el desarrollo sostenible de las sociedades, en donde se erradiquen todas las formas de violencia y discriminación.