Por JAMEY KEATEN
GINEBRA (AP) — En un importante reporte
encargado tras el asesinato de George Floyd en Estados Unidos, la jefa de
derechos humanos de Naciones Unidas instó a los países de todo el mundo a hacer
más por poner fin a la discriminación, la violencia y el racismo sistémico
contra personas de origen africano, y “reparar el daño”, lo que incluiría
compensaciones.
El reporte de Michelle Bachelet, alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, ofrece una amplia mirada al origen de siglos de malos tratos sufridos por africanos y afrodescendientes, especialmente derivados del comercio transatlántico de esclavos. El documento busca una estrategia “transformadora” para abordar un impacto que ha continuado hasta hoy.
El reporte, elaborado durante un año, aspira
a reforzar la tendencia hacia un mayor escrutinio en todo el mundo de la lacra
del racismo y su impacto sobre personas de ascendencia africana, como muestran
las publicitadas muertes de personas negras desarmadas en Estados Unidos y
otros lugares.
“Hoy hay una gran oportunidad de
alcanzar un punto de inflexión para la igualdad racial y la justicia”, afirma
el reporte.
El texto pretende acelerar las acciones
de los países para poner fin a la injusticia racial: acabar con la impunidad de
las violaciones de derechos por parte de la policía, asegurar que se oye la voz
de las personas de ascendencia africana y los que hablan contra el racismo, y
afrontar malas acciones del pasado con procesos que diriman responsabilidades y
propongan compensaciones.
“Pido a todos los estados que dejen de
negar -y empiecen a desmantelar- el racismo, que pongan fin a la impunidad y
construyan confianza, que escuchen a las voces de la gente de ascendencia
africana, y que afronten el legado del pasado y ofrezcan compensaciones”, dijo
Bachelet en un comunicado en video.
La comisionada hizo sus declaraciones
más explícitas hasta la fecha sobre la cuestión de las reparaciones y sugirió
que las compensaciones económicas no bastan por sí solas y deberían formar
parte de una serie de medidas para ayudar a rectificar o compensar las
injusticias.
“Las reparaciones no deben equipararse
sólo a compensación financiera”, escribió en el reporte, añadiendo que deben
incluir restitución, rehabilitación, admisión de injusticias, disculpas, reconocimiento,
reformas educativas y “garantías” de que esas injusticias no volverán a
producirse.
El Consejo de Derechos Humanos,
respaldado por Naciones Unidas, encargó el informe el año pasado durante una
sesión especial tras el asesinato de Floyd, un afroestadounidense que fue
asesinado por un policía blanco en Minneapolis, Minnesota, en mayo de 2020. El
agente, Derek Chauvin, fue condenado la semana pasada a 22 años y medio de
cárcel.
Las protestas por el crimen estallaron
después de que se difundiera un angustioso video grabado por una transeúnte en
el que se veía a Floyd repitiendo “¡No puedo respirar!” mientras los testigos
gritaban a Chauvin que dejara de presionar su rodilla sobre el cuello de Floyd.
Las protestas contra el asesinato de
Floyd y el veredicto contra Chauvin marcan “un momento trascendental en la
lucha contra el racismo”, según el reporte.
El informe se basó en conversaciones con
más de 340 personas, la mayoría de ascendencia africana, y expertos. Más de 100
personas trabajaron en su redacción, incluidos miembros de gobiernos, así como
en la revisión de material público, según la oficina de derechos.
El documento analizó 190 muertes, la
mayoría en Estados Unidos, para mostrar cómo las fuerzas de seguridad rara vez
rinden cuentas por sus violaciones de derechos humanos y sus crímenes contra
personas de ascendencia africana, e identificó patrones similares de maltrato
policial en muchos países.
El objetivo del reporte es transformar
esas oportunidades en una respuesta más sistemática de los gobiernos para
combatir el racismo, y no sólo en Estados Unidos, aunque las injusticias y el
legado de la esclavitud, el racismo y la violencia que afrontan los
afroestadounidenses era claramente un tema importante del documento.
También recogía casos, preocupaciones y
la situación en unos 60 países, como Bélgica, Brasil, Gran Bretaña, Canadá,
Colombia y Francia, entre otros.
“No pudimos encontrar un sólo ejemplo de
país que haya reconocido por completo el pasado o documentado en profundidad el
impacto en la vida de personas de ascendencia africana en la actualidad”, dijo
en una conferencia de prensa Mona Rishmawi, que lidera un equipo de lucha
contra la discriminación en la oficina de derechos humanos de la ONU. “Nuestro
mensaje, por lo tanto, es que esta situación es insostenible”.
La compensación debe considerarse a
“nivel colectivo e individual”, añadió, un proceso que “comienza con el
reconocimiento” de agravios pasados y no tiene “talla única”. Cada país, dijo,
debe considerar a su pasado y sus prácticas para determinar cómo proceder.
El reporte pidió a los países que
“reparen el daño por siglos de violencia y discriminación”, por ejemplo, a
través de “reconocimientos formales y disculpas, comisiones de la verdad y
diversas formas de reparación”.
También denunció la “deshumanización de
personas de ascendencia africana”, que fue “originada en falsas construcciones
sociales sobre la raza” para justificar la esclavitud, los estereotipos
raciales y las prácticas dañinas, así como la tolerancia de la discriminación
racial, la desigualdad y la violencia.
El documento señalaba a la desigualdad que sufren las personas de
ascendencia africana y a la “gran marginalización política y socioeconómica”
que sufren en muchos países, incluido un acceso injusto a la educación, atención
médica, empleos, vivienda y agua limpia.